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La postergación no es el enemigo

Solo es una defensa contra el perfeccionismo

14 de septiembre de 2017

Cuando trazas objetivos o te propones crear nuevos hábitos y ser más productivo, tu cerebro funciona como una gran sala de cine en la que proyectas películas de cómo te gustaría que fueran las cosas. Luchas y luchas para conseguir hacer realidad lo que ves en la pantalla. Sin embargo, al final sueles acabar frustrado y dejando para otro día tan ardua tarea. A mí también me pasaba, hasta que un día decidí sentarme a ver con detenimiento las películas que guiaban mis infructuosos intentos productivos.

La más importante era Clara termina su tesis doctoral. En ella me veía escribiendo feliz y contenta un montón de horas seguidas. Por supuesto, material profundo y de gran calidad científica, que iba dejar impresionados a profesores y compañeros. Además de escribir tenía tiempo para leer artículos e incluso de estudiar y aprender todo lo relacionado con mi objeto de estudio. También había otros títulos, como Clara vive una vida sana, en la que estaba delgada y en forma sin esfuerzo alguno. En Clara ordena su vida conseguía en menos de una semana recoger y limpiar toda la casa y en Clara vuelve a tocar me sentaba todos los días a practicar piano y chelo con una sonrisa en los labios.

A pesar de todo lo que me esforzaba, mi vida era una continua fuente de frustración, porque nunca llegaba a convertir en realidad ninguna de estas películas que tan reales y factibles parecían. Toda la culpa recaía en mi yo postergador, que estaba asustado y me mantenía alejada de todo el trabajo y el esfuerzo del que estaba convencida era capaz. Lo que necesitaba era luchar contra él entrenando mi fuerza de voluntad.

Todo cambió cuando empecé a analizar los ideales de perfección y admití que no tenía ni idea de cómo era la vida de una persona trabajadora y productiva. Entonces me di cuenta de que la postergación era la reacción natural y lógica ante el verdadero enemigo: las expectativas irreales. Por lo tanto, la solución no estaba en luchar ni en entrenar la fuerza de voluntad. Lo que tenía que hacer en primer lugar era visionar de manera consciente las películas que guiaban mis pasos.

Si tú también te sientes frustrado y piensas que no eres lo suficientemente productivo prueba lo siguiente:

  1. Cuando sientas la frustración párate un segundo a respirar.
  2. Contesta: ¿por qué me siento así?¿cómo quiero que sean las cosas?
  3. Analiza tu respuesta y evalúa si tus expectativas son reales.

¡Deja un comentario con tus hallazgos! ¡Estaré encantada de ver tus películas!

Gracias por compartir.