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Por qué no escribes

Aunque quieras hacerlo

16 de abril de 2018

La distancia que existe entre lo que hacemos y lo que queremos hacer es en ocasiones insalvable. Aunque intentemos echarle la culpa a otros, la mayoría de las veces somos nosotros los que nos interponemos en nuestro propio camino de mejora. Yo lo sufro en mi día a día y trato de analizar las causas, para encontrar soluciones. En el post de hoy comparto mi nuevo hallazgo: la cadena postergadora.

La cadena postergadora

Cadena postergadora: conjunto de pasos invisibles que nuestro subconsciente cree debemos dar para salvar la distancia que existe entre nuestra posición actual y el lugar al que queremos llegar.

He puesto cree en cursiva, porque este número de pasos es, en parte, inventado. Digo que es el subconsciente el que lo cree, porque la mayoría de las veces ni siquiera sabemos que hemos generado una cadena.Tal vez con un ejemplo consiga explicarte mejor lo que quiero decir.

Yo quiero escribir. Quiero publicar periódicamente en este blog, que tanto me gusta y con el que tanto disfruté cuando empecé con mi empresa. Sin embargo, llevo ya muchos meses sin publicar nada. Tengo montones de ideas y textos empezados, pero algo me separa de mi objetivo. Por más que lo intento, no consigo hacer lo que más deseo en estos momentos: publicar un post. "¿Por qué?", me pregunto una y otra vez. "¿POR QUÉ no soy capaz de dar un sencillo paso: sentarme y escribir?" Porque no es un solo paso, ¡son muchos!

En mi mente, no solo tengo que escribir un post. Primero tengo que solucionar el tema de las suscripciones, que cambió cuando abandoné wordpress. Luego tendría que poner unos links en un post invitado que se perdió con el cambio y quiero recuperar. Además, cada vez tengo una necesidad más imperiosa de añadir dibujos propios, que me llevan tiempo. Luego quería probar a incluir con el texto una grabación del mismo, por si hay lectores que prefieren escucharlo. Y ya, por último, está el nuevo post, cuyo proceso de escritura da para una nueva cadena postergadora.

Lo bueno de detectar un problema es que es el primer paso para encontrar soluciones. La prueba es que aquí estoy, escribiendo por fin. Vamos a ver cómo lo he conseguido.

Ver la cadena

Creo que lo más importante ha sido tener claros los pasos que mi subconsciente cree debo dar para escribir un nuevo post. Yo lo hago con un papel y un lápiz. Me ayuda mucho dibujar lo que me ronda por la mente. Simplemente me doy 15 minutos y pienso en una pregunta. En este caso era: "¿por qué no escribo en el blog?" Tan fácil como eso. Repito que el dibujo y la explicación de arriba son una versión abreviada del cúmulo de tareas pendientes en que se había convertido escribir un post.

Desglosar y simplificar

Una vez escrito todo, lo que ayuda es convertir el conjunto en una lista. No hay nada mejor que ver tus tareas desglosadas y en orden para sentir el deseo de tachar y tachar. Mi consejo es que conviertas cada tarea en un conjunto de sub-tareas muy sencillas y rápidas de realizar. Además, tienes que quitar lo que veas que puedes hacer en otro momento. Tomemos como ejemplo mi experimento de la grabación: me gustaría mucho hacerlo, pero si no me da tiempo, tampoco pasa nada.

Reservar 15' al día

Tener una cantidad de tiempo ridículamente pequeña ayuda muchísimo a perder el miedo. Piensa que 15 minutos al día son mucho más que 0 minutos al día. Si los multiplicas, en una semana habrás dedicado a tu temida tarea 105 minutos, que es más de una hora y media.

Quince minutos al día son mucho más que cero minutos al día.

Darse permiso

Esto es algo que no solemos hacer: darnos permiso. Yo me tengo que recordar continuamente que puedo hacerlo mal, que puedo equivocarme, que puedo escribir algo que no es ni la mitad de bueno de lo que me gustaría que fuera, que puedo quitar pasos de la cadena, que puedo dejar cosas para más tarde ... Sabes de qué hablo.

Sobre todo cuando somos doctorandos, nos imaginamos que hay que sufrir y que no podemos permitirnos ningún fallo, ningún resquicio de imperfección. Sin embargo, el resultado de esta actitud no es un mejor resultado. Lo que tenemos al final es la ausencia de resultado, el vacío, la postergación, el huir hacia otras tareas que son, en apariencia, más sencillas y abarcables. No lo hagas, porque entonces llegarán la culpa y la frustración. Date permiso para fallar y ¡mira a la cara a tu cadena hasta que consigas romperla!

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