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Lectura rápida en 7 pasos

Un método sencillo y eficaz para leer más y mejor

1 de mayo de 2017

Leer más rápido sin perder la comprensión es posible. Es mucho más fácil de lo que imaginas. Si aplicas las técnicas que te explico en este post, lograrás resultados visibles en poco tiempo.

Mis lectores veloces favoritos

Hace mucho tiempo vi la película Cortocircuito, en la que un robot leía un libro en un segundo. Lo cogía entre sus pinzas, pasaba las hojas rapidísimo mientras exclamaba ¡Datos, más datos! y en un segundo se lo sabía de memoria. Como estudiante y como lectora voraz de (casi) todo tipo de literatura, siempre he querido leer más libros en menos tiempo y con una mejor comprensión.

Sin embargo, por mucho que lo intentara, seguía sintiendo que no avanzaba lo suficientemente rápido y que olvidaba pronto lo que había leído con mucho esfuerzo.

Esto cambió hace seis años, cuando empecé a leer sobre lectura rápida en el blog de Scott Young. Gracias a él descubrí a Peter Kump, autor de un clásico sobre la lectura rápida. No tardé en comprármelo y pasé tres meses practicando a diario los ejercicios propuestos por el autor.

Y tú te preguntarás, ¿me sirvió de algo o fue una total y absoluta pérdida de tiempo? Pues me sirvió de mucho. Nunca llegué a los niveles del robot, pero sí que mejoré de manera considerable. En la entrada de hoy te explico los 7 pasos para convertirte en un lector mucho más rápido y eficaz.

1. Usa puntero (o tu dedo)

Los niños lo hacen, nosotros lo hacemos de forma inconsciente cuando buscamos algo en un listado. Es un acto reflejo que se pierde cuando crecemos y no deberíamos, porque tiene su razón de ser. Gracias al puntero conseguimos que los ojos trabajen menos y además podemos incrementar el ritmo de lectura. 

Hay varias técnicas y estilos que ocuparían una entrada entera. Así que a la espera de la misma, de momento empieza siguiendo las líneas con un lápiz o tu dedo índice. Notarás los efectos enseguida. Con este sencillo gesto puedes doblar sin problema tu velocidad de lectura.

2. Haz preguntas sobre el texto

Esto hace que cuando leas tu mente esté más alerta. Puedes apuntar las respuestas, pero no pierdas mucho tiempo con esto. Es un paso previo para despertar tu curiosidad e interesarte en el tema. Las preguntas que yo me hago son:

  1. Según el título: ¿de qué va a hablar este artículo/libro?
  2. ¿Cuánto sé ya acerca del tema?
  3. ¿Qué más me gustaría descubrir al respecto?

3. Marca objetivos de lectura

No es lo mismo echar un ojo a un artículo para saber en líneas generales de lo que habla y cómo aborda el tema, que tratar de comprender todo al detalle para luego poder incluirlo en tu trabajo de investigación. Decide antes de empezar el nivel de detalle que deseas alcanzar. Estos niveles son las capas que te explico a continuación.

4. Lee por capas

Esta es la parte más importante. Normalmente tenemos una percepción horizontal de la lectura. Leer suele ser como ir de viaje en coche por una carretera recta, con su principio y su final. Cuando cambiamos este paradigma por uno vertical, el nivel de comprensión aumenta de manera drástica. Tenemos que convertir la lectura en un proceso de inmersión. En vez de un conductor de coche, tienes que ser un buceador que en cada zambullida llega un poco más abajo y descubre cosas nuevas en cada nivel.

En una lectura normal podemos separar tres capas de profundidad:

  1. Capa exterior: los rasgos más obvios y más generales. Cómo está estructurado el artículo, cuáles son los epígrafes. Y si es un libro: cuántos capítulos tiene y de qué habla cada uno.
  2. Capa intermedia: casi igual que la anterior, pero con algún detalle más: organización de los epígrafes en el artículo y epígrafes de los capítulos en el libro.
  3. Capa profunda: centrar ya la atención en una parte de las distinguidas anteriormente y leer viendo qué dice. REPETIR tantas veces como haga falta, hasta leer todas las partes.

5. Después de cada inmersión dibuja tu mapa

Las distintas inmersiones carecen de sentido si luego no te obligas a dibujar lo que ha visto, porque lo más seguro es que se le olvide al poco tiempo.

Después de cada fase de lectura cierra el libro y escribe lo que recuerdes.

No te saltes este paso. Sé que da un poco de miedo, pero si te acostumbras a hacerlo recordarás mucho más. Prueba a ver qué recuerdas. Ya verás como es más de lo que pensabas. Lo peor que puede pasar es que no consigas escribir nada. Y eso tiene fácil solución: vuelve a leer, cierra el libro e inténtalo de nuevo.

La manera más simple de resumir lo que lees es la línea mágica de Peter Kump. Consiste en dibujar una diagonal con la idea básica del artículo/libro/pasaje (A). Luego añade líneas horizontales para descender un nivel (B). Si quieres profundizar un poco más, añade a B líneas diagonales (C). De estas últimas puedes hacer salir de nuevo horizontales (D).

6. Trata de entender, no de memorizar

Aunque puede parecer paradójico, ya que tienes que escribir lo que recuerdes, esto funciona mejor si cuando lees no estás pendiente de memorizar lo que ves. Simplemente trata de entender la relación de unas partes con otras, el sentido de los epígrafes, su razón de ser dentro del conjunto.

7. Repasa

Hay dos momentos para el repaso, ambos igual de importantes:

  1. Nada más terminar la lectura: vuelve al punto de inicio y echa un vistazo general al conjunto. ¿Ha añadido nueva información a lo que ya sabías? ¿Coincidían tus predicciones con lo que has leído? Puedes incluso escribir un párrafo acerca de lo que te ha parecido: qué es lo que más te ha gustado, o lo que menos, si estás de acuerdo o no (y por qué), etc.
  2. Al día siguiente: haz un nuevo mapa con todo lo que recuerdes y sólo mira tus notas y el artículo/libro/capítulo cuando hayas terminado. Esto cuesta. Pero merece la pena.

Un último consejo: ¡practica!

Esto no se consigue de la noche a la mañana. Es más, al principio da bastante miedo y puede resultar muy incómodo. No tengas prisa y ¡persevera! Ya verás como pronto notas mejoría. 

¡Comparte tu experiencia en los comentarios!